miércoles, 16 de julio de 2014

El pueblo ventoso que no figura en ningún mapa por Juliana Corbelli


27 de Enero de 2013
El pueblo ventoso que no figura en ningún mapa

Cómo sopla el Serpentino cuando no canta el gallo es la última novela de Vanesa Guerra. En ella, el pueblo casi fantasmal de Ánima Bendita, azotado por el viento, alcanza el rango de protagonista.

Juliana Corbelli




                                                                                            vanesa guerra foto mariela cirer lesta 2012


Hebe Uhart imprimió crónicas de viajes que atravesaron por tierra los límites de la oralidad y logró que aquellos relatos anduvieran por los pueblos chicos. Las narraciones hablan de lo que no existe. Cómo sopla el Serpentino cuando no canta el gallo, el último libro publicado de Vanesa Guerra, es una novela donde el viaje se asume como imposibilidad de desierto: el corte de caminos, la falsa laguna, el tren que no pasa. Pero sus personajes más que hablar desde la nostalgia, mastican enojos, se dictaminan, se reclaman y arman sus imágenes conjeturales. A peligro de olvido y alrededor del metódico Don Francisco, el pueblo durante ciertas noches se reúne en la biblioteca a discutir la historia que carece. En este sentido, desde la falta y la necesidad, las conversaciones rematan la supervivencia de los que ahí todavía quedan. "En este pueblo hace mucho tiempo que nadie anota nada."


Ánima Bendita es un pueblo de mapa falso. Un mapa sin realidad pero con viento. Ventanas cerradas, cinco esquinas que convergen en un monolito, vías de tren ausente con carteles fijados junto a los rieles, conforman los escenarios donde el viento se detiene, se levanta o se aplaca. Pero como los puntos cardinales están trastocados, la apuesta narrativa de su autora gira en salir de la ciencia de la atmósfera del Serpentino con un norte verdadero y hacer de ella un estar de la existencia. Wilson, Doña Aurora, Don Mateo, Ramono afinan las voces confirmando que el Serpentino aulló el acechante estar de todos y así volverá a ser: "…el Serpentino se aleja. Engaña. Siempre lo hace: deja una calma agobiante de espera y alteración. Todos aguardan, se instalan en una quietud insoportable ¿qué habrá hecho con el maíz, con los tomates, con las ovejas, con la gente? ¿Cuándo salir? ¿Qué podrá verse en las tinieblas de polvo que aún no descansa sobre la tierra?". El Serpentino en estas páginas provoca situaciones de ser y estar, por lo que la narración de Guerra integra una cartografía del viento en problemáticas existenciales.


Una consecuencia se manifiesta en la condición del título definitorio de la novela. Si el Serpentino le imprime al pueblo una sensación de infinito de la miniatura humana, el gallo de Juan Rosario le canta el camino de la incomprensión: "¿No entendés lo que canta el gallo?", "vaya a saber qué sabe este gallo picotero". Y esa voz quebrada que es el gallo hilará los diferentes tonos estéticos del conjunto de las voces del libro. Se hallará un destino entre conversaciones de almacén, actas, payadas, signos y remates poéticos. Ese será su original cruce de caminos. «



"Quiero leer lo que usted lee" cartel> Gustavo Mingorance 2012



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